Carl Einstein: Al final se acaban las palabras

“Entre 1914 y 1915 Albert Einstein formuló su Teoría de la Relatividad, en 1916 coincidieron en publicar Sigmund Freud, “Introducción al Psicoanálisis”, y Franz Kafka “La Metamorfosis”. Estos tres nombres que nos proponen una nueva representación del mundo; expresaron, posiblemente, los discursos con mayor efecto simbólico-cultural sobre el imaginario social contemporáneo.
Hay otro nombre -mucho menos divulgado- que, sin embargo, creo necesario para completar la idea de esa transformación radical de las perspectivas: el de Carl Einstein (sobrino de Albert) que, entre muchos otros aportes teóricos, reveló estéticamente el cubismo y abrió los ojos de occidente para el Arte Africano (inténtese imaginar a Pablo Picasso -artista a quien descubrió- sin esa síntesis.”

“Ideas de Teatro Nacional (…y algunas notas y digresiones)” de Alberto Wainer, Edición del Teatro Nacional Cervantes, Buenos Aires, 2011, pp.41-43.

Mi insistencia en la figura de Carl Einstein -por sobre la importancia capital de sus formulaciones acerca del arte del siglo XX, al que no solo manifestaron teóricamente sino que, en cierta medida, determinaron- se asienta en la consecuencia de sus actitudes y compromisos personales, cuando la eficacia de la herramienta estética para modificar la realidad, se le apareció como inexistente y, en consecuencia, sin razón ética para su ejercicio. De alguna manera nos recuerda la famosa pregunta (después matizada) de Theodor W. Adorno sobre si se puede escribir poesía después de Auschwitz.

El compromiso de Einstein, se compartan o no los argumentos en los que los fundamenta (y en ese sentido resulta revelador su intercambio epistolar con alguno de sus amigos-artistas, Pablo Picasso, Juan Gris, Karl Krauss, entre otros) significa,  con elocuencia,el abismo que media entre aquella perspectiva de la modernidad y ésta que hoy viven nuestros artistas de las transvanguardias. Terminada la Primera Guerra, en la que fue soldado, participó, junto a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, en la revolución alemana de 1918, ellos fueron asesinados, a él le correspondió padecer una prolongada prisión que, sin embargo, no lo desalentó en su militancia.

Tras el levantamiento militar contra la Segunda República en España, Carl Einstein se alistó en el Grupo Internacional de la Columna Durruti. Después de la derrota, el gobierno de la Francia de Vichy lo interna en un campo de refugiados del que huyó sin lograr, no obstante, eludir el acoso de las tropas fascistas. Entonces se suicidó, arrojándose a un torrente.

“Al final hace falta saber donde las palabras se acaban”, escribía C. Einstein a Pablo Picasso en enero de 1939.

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