Música de fondo

Nannena_thumb( Fonola Víctor, a cuerda, ruido a púa, la grabación es de 1928: “Roses of Picardy” por Ted Levis and his orchestra)
Por más atrás que retroceda en el pasado, siempre me descubro suspirando por una mujer. La partera, la nurse, el ama de leche…eso sí: Platónico. Pero la primera mujer a la que amé, a la que realmente amé, era diez años menor que yo, y como yo sólo tenía entonces nueve años, tuve que esperar un año hasta que ella nació.
Un año es mucho tiempo para quién espera, desespera, y todo eso.
Se llamaba Elena. Ella, quiero decir. Elena.
Pero Elena con hache, y yo nunca pude pronunciar la hache…
En realidad la pronunciaba pero no se me notaba.
Yo le decía Helena, así con hache y ella escuchaba Elena, así sin hache y, claro, era razonable que me reprochara que la nombrara con faltas de ortografía.
Eso nos fue distanciando hasta que en cierta ocasión uno de los dos, no recuerdo cual, advirtió que vivía en el extranjero.
A ver… ¿que más puedo contarle? Ah si: que adoro el invierno y a la primavera y también al verano y al otoño. Ellas son, ¿cómo decirlo?… mis estaciones favoritas, pero no crea que las otras me desagradan, no. Claro que usted me preguntaba por el teatro. ¿Porque me preguntaba por el teatro?
¡Ah, el teatro!…dicen que tiene que ser comprensible para todos.
Y en general estoy de acuerdo. Desafortunadamente cuanto más lo comprenden todos, menos lo entiendo yo.
Pero, disculpe señorita ¿No gustaría unas galletitas dulces para mojar en el oporto?

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