Notas al Pié – El Pan Duro

NOTAS

(1) “La verdad sobre EL PAN DURO, Grupo de Poesía (1955-1964: Su historia, recuerdos y testimonios”, de Héctor Negro. Marcelo Héctor Olivieri Editor, Buenos Aires, 2007. El capítulo final se titula: La “década del 60”, “Barrilete”, nosotros, la política y otras yerbas.

Sobre estos contenidos y por una nota del poeta Carlos Patiño a Héctor Negro, se produce hay un cruce de opiniones que me parece interesante reproducir:

DE CARLOS PATIÑO A HÉCTOR NEGRO

Hermano: acabo de terminar de leer tu libro. Las sensaciones que me produjo tu relato a veces crónica a veces ensayo son indefinibles. De pronto me sentí transportado a aquella época gloriosa, sentí el ambiente, las voces y hasta los olores de los boliches en donde nos juntábamos. . Pero sobre todo sentí – o volví a sentir – la ebullición, la fiebre, la incomparable adrenalina de nuestra aventura. No sólo poética, sino como experiencia de vida.

Pese a no haber sido, me sentí parte de EL Pan Duro, tal vez por dos cosas: una, porque conozco a casi todos y aprecio y he recordado a través de tantos años en todo momento a la gente de El Pan Duro, especialmente a vos y a Juan, con quien he tenido, especialmente en México, una relación constante. Me acuerdo de Bandoneón de papel – lo debo tener por ahí, ya lo encontraré – y en mi ya inhallable libro “Manuales del sobreviviente”, que escribí al volver a Baires (sic) – cito en mi poema SAFE algo tuyo que dice La poesía puede/por algo es una flor enloquecida/ que se transforma en pájaro y martillo. También cito a Juan (*) y a Raúl González Tuñon y a Cacho (**) y a Roberto Díaz… Lo cual me lleva a la segunda cosa que menciono: hay tal paralelismo entre El Pan Duro y Barrilete que al leer la historia de uno es como si estuvieras leyendo la historia del otro. En líneas generales, claro. Hay anécdotas intransferibles y hechos diferentes, pero en general…

El grupo Barrilete se consolida definitivamente cuando El Pan Duro desaparece, alrededor de 1964. Es decir, nosotros continuamos – sin saberlo y sin pensarlo – la acción iniciada por Uds. Cuando hablás de las lecturas de poemas en los lugares más insólitos, cuando hablás de “sacar la poesía a la calle” y si la gente no viene a la poesía nosotros iremos hacia la gente, todo eso, estás escribiendo la historia de Barrilete. Nosotros sabíamos que otra gente lo hacía o lo había hecho pero ese no era el punto. El punto era la poesía. Precisamente de este principio surrealista

– porque el surrealismo fue la última escuela literaria que admitimos y sólo en sus aspectos no tenidos en cuenta por la generación que se llamó “surrealista” sin serlo, porque eran poetas de gabinete, muy buenos, quien puede negar a Olga Orozco o a Ricardo Molina, pero no eran surrealistas. Nosotros sí, porque sacamos la poesía a la calle, principio cardinal del surrealismo – nace la idea de los Informes, todavía más cerca de la gente, como que lo entregábamos en mano.

Otro paralelismo entre nosotros: Epitafio del Gris, de Roberto, y Hombre de doce menos cuarto, mío, fueron presentados juntos el mismo día y en el mismo lugar – La Calle, el boliche en donde tocaban Piazzolla, el Tata Cedrón y Facundo Cabral – en la calle Talcahuano. Hacía un calor de locos, había más de 200 personas y Mederos traspiraba como en un sauna cuando tocó. Mirá si hay puntos de contacto…

Te agradezco que valores como lo hiciste mis reflexiones sobre la poesía de los 60, desperdigadas por ahí. Incluso se han hecho por lo menos dos tesis universitarias sobre mis reflexiones, pero no sé dónde están. Supongo que en algún gabinete universitario…

Hay mucha tela para cortar y así en caliente es lo que por ahora se me ocurre. Ya hablaremos más. Un abrazo y gracias.

CARLOS PATIÑO

DE HÉCTOR NEGRO A ALBERTO WAINER

Estimado Alberto: Te reenvío el mensaje que me mandó Patiño, ya que tiene mucho que ver con nuestras reflexiones sobre la poesía de los ’60 y lo que me dijiste en el último comentario que me enviaste en relación con tus reflexiones sobre el origen y significado de El Pan Duro, y las de él, que yo entendí y consideré como complementarias. Creo que en este texto de Patiño hay una hipótesis que habría que considerar seriamente y que creo que a mí se me escapó al escribir el libro: que es que Barrilete se consolida cuando nosotros nos autodisolvemos y ellos vendrían a ser como una continuidad de El Pan Duro en una época más cruenta y violenta que la que nos tocó vivir en nuestro quehacer. No sé que te parecerán estas reflexiones, pero a mí me hacen pensar que no son tan desacertadas.

HÉCTOR NEGRO

DE ALBERTO WAINER A HÉCTOR NEGRO

Si, Héctor. Hay en lo que dice Patiño pistas interesantes. No cabe la menor duda que había muchísimas cosas que compartían el Pan Duro y El Barrilete, creo también que había otras que no, o por lo menos, que no eran asumibles por la totalidad de los miembros de uno y otro grupo. De hecho lo mismo ocurrió con La Rosa blindada, en ella nos sentíamos cómodos algunos y otros, lo recuerdo perfectamente, sobre todo “los compañeros de ruta”, le escapaban a la actitud tan frontalmente crítica al P.C.A… Sobre el particular tengo muy claros recuerdos de una conversación con Castelpoggi (y por ahí podría rastrearse su falta de entusiasmo a la hora de entregarnos los poemas para la antología).

No quiero entrar en el plano estético, que sin embargo era importante, pero basta con confrontar las ideas de Patiño y las mías, respecto al 55, para advertir que partíamos de descripciones bastante disímiles (y hasta antagónicas) de la cultura y del campo nacional y popular y, naturalmente, habría sido muy difícil articular nuestras estrategias personales.

Bueno, la cuestión es que parece que has abierto un lindo espacio para volver a pelearnos (fraternalmente, por supuesto).

Un abrazo

Alberto

APOSTILLAS

Comparto absolutamente la introducción que hacés a nuestros cruces. Las coincidencias Pan Duro/Barrilete son obvias y las relaciones, complicidades y amistades fraternales que se dieron entre los integrantes de los dos grupos eran inevitables. Yo me refiero exclusivamente a algunas caracterizaciones del entorno político-cultural de la época que nos parió que, me parece, son sino antagónicas, por lo menos muy divergentes y pautan críticas de la cultura conflictivas. Cito –para mejor ejemplificar- a Carlos Patiño en un artículo de la revista “El Aromo” que citás en tu libro (pág. 123 y ss.): “Cuando Perón cae caen los nacionalistas con “z” y se produce un vacío cultural, ellos ya no controlaban la cultura. Y todas las huestes de nuevas expresiones populares, comienzan a ganar espacios. (…) Ahí nace una concepción poética-cultural diferente a la que había….etc.”

A esta jubilosa epifanía yo le propongo una antítesis (un dibujo de entorno) bastante más sombría. Mi idea, nebulosamente expresada en el Manifiesto a la Antología del Pan Duro” (pág. 102) y mejor concretada, me parece, en el “Anexo de otros testimonios” de tu libro (pág. 134), nacía del pensamiento que lo que nos quedaba por asumir era la intuición, la expresión naciente de una derrota a la que, quizás alguno de los mejores de nosotros podría llegar a transformar también en la de una resistencia.

Gracias por esta oportunidad y un abrazo:

Alberto Wainer

(2) El “Callao 11 (Café, bar, billares) estaba en la vereda de Callao que con Rivadavia –y para que se encontraran muy pocos metros- creaban una esquina diagonal al Congreso. Fue uno de los escenarios insoslayables de nuestra novela generacional, de educación sentimental, política y estética. Hubo otros, por supuesto ( para esos años, la vida, la noche y los cafés de encuentro eran infinitos), estaban, naturalmente, los de la esquina de los Teatros Independientes (El fray Mocho, Los Independientes) y, como no, “La Paz”, “El Ramos”,(que ya tampoco existe aunque en el mismo sitio haya “algo” que lleva su nombre), “El moderno”, “El café de los angelitos” (del “Grillo de Papel” o “El escarabajo de Oro”), los múltiples “Paulistas” etc.…pero el “Callao 11”, sitio de nuestras citas de los miércoles, tenía algo especial, casi como un título de nobleza: allí (en uno de sus espaciosos gabinetes) ensayaba la orquesta de Osvaldo Pugliese y, tanto el maestro, como alguno de sus músicos, compartieron alguna vez nuestra mesa. Me viene ahora, muy nítido, el recuerdo de Raúl González Tuñón contándonos de “El puchero misterioso”, o de la peña del Tortoni de 1926, así de iniciático, de legendario, me sabe así el recuerdo del “Callao 11”

(3) La publicación de “Los muelles insumisos” de Rosario A. Masse es una de las decisiones del Grupo que ahora, 51 años después, me reconfirman en la sinceridad, la falta de oportunismo y el desprecio a las modas literarias, de los que lo integrábamos: ¡Hablábamos de ser revolucionarios en la forma y en el fondo… y publicábamos un poemario de sonetos!

Esto, por supuesto, nos acarreó críticas, burlas y hasta deserciones. Invito a la relectura de Masse. Ahora es fácil declararse Vallejeano (mucho más que hacerse con un libro de Masse) pero ya en 1958 –Rosario había entendido como ninguno de nosotros (por lo menos mucho mejor que yo, y por sobre mi ultraísmo adolescente) la radicalidad formal, la tensión de lenguajes, y los signos identitarios que la poesía de César Vallejo nos traía para reconocernos en ella. En ese sentido la intuición de la crisis sintáctica Vallejeana es anterior, quizás por razones generacionales, en Masse, que en Juan Gelman en la que, libro a libro, se irá definiendo con mayor conciencia.

(4) Con relación a la llamada “Generación del 60” invito a leer, o releer, el prólogo a la Antología de “El Pan duro” que publicó, en 1963, “La Rosa blindada”; y, en lo que hace al teatro, la nota nº 3 del capítulo 10 de mi “Rápida historia del Cervantes. Una idea de teatro nacional (… y algunas notas al pie”, para la que hay abrir el siguiente sitio:www.ElCervantes.org/

1 comentario on "Notas al Pié – El Pan Duro"


  1. Estos textos que entrecruzan las experiencias directas de los protagonistas sugieren una mirada distinta, otra, más significativa que toda información escrita por terceros, diseñan la verdadera trama de estos grupos que se gestaron integrando todas las experiencias: poéticas, personales, artísticas y políticas. Muy enriquecedor.

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