…Europa es responsable ante la comunidad humana del más alto montón de cadáveres de la historia.
Aimé Césaire, Discurso sobre el colonialismo
A comienzos de 2013 escribí “Viaje al corazón de las tinieblas”, que se inspiraba libérrimamente en diversos autores e historiadores, principalmente en Joseph Conrad y Sven Lindqvist. Sobre el mismo, Martín Queraltó escribió una ópera que, en noviembre de 2014, fue estrenada por El Grupo Kobal Música y Teatro, en el C.C. de la Memoria Haroldo Conti, siendo ternada como mejor ópera de esa temporada por la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina.
Próximo ya el final, el Narrador se adelantaba e informaba al público:
NARRADOR
Tras las revueltas del 1959 y temerosa de una desgastante guerra anticolonial como la que afrontaba Francia en Argelia, Bélgica se vio forzada a aceptar la independencia del Congo. El 30 de junio de 1960, y tras varios intentos frustrados de sección, se proclamó la República Democrática del Congo.
El rey Balduino de Bélgica, afirmó en la ceremonia que “La Independencia del Congo constituía la conclusión de la obra concebida por el genio del Rey Leopoldo II, no un conquistador sino un civilizador”.
Y el líder africano le contestó:
“Estamos profundamente orgullosos de nuestra lucha, porque era justa y noble e indispensable para poner fin a la humillante esclavitud que nos fue impuesta.
Esa fue nuestra suerte durante los ochenta años de dominio colonial y nuestras heridas están muy frescas y son demasiado dolorosas para ser olvidadas.
¿Quién podrá olvidar los tiroteos que mataron a tantos de nuestros hermanos, o las celdas en las que eran arrojados sin piedad aquéllos que no estaban dispuestos a someterse por más tiempo al régimen de injusticia, opresión y explotación usado por los colonialistas como herramienta de su dominación?”
El 11 de julio, la rica provincia de Katanga, incitada por la empresa belga Unión Minera, proclamó la secesión y de inmediato se declaró independiente la región de Kasai.
Lumumba rompió con Bélgica y pidió tropas a la ONU. En septiembre, el Primer Ministro fue acusado de comunista y destituido. Tras un intento de fuga, Lumumba es detenido, y enviado, con dos de sus compañeros, a la provincia secesionista de Katanga, Los tres hombres fueron golpeados, ejecutados ante oficiales belgas y sus cuerpos disueltos en barriles de ácido.
El Parlamento belga reconoció, finalmente, su “responsabilidad moral” en la muerte de Lumumba y confirmó la participación de la CIA, tras una investigación de la que no se dieron más detalles.