Alberto Wainer

El Corsario Negro

Se trataba – tardé años en confirmarlo,- de una exótica versión mexicana de la novela de Salgari,  de 1944. Yo, que vivía con mi tío Raúl Frias,  en Carmensa,  seguramente ya había visto películas, pero ésta es la primera que recuerdo (y no sólo la película, también detalles como que en el intervalo ponían música y, me crean o no, que una de las músicas que ponían era un pasodoble que se llamaba “Yo quiero ser torero” (admito una muy leve posibilidad de  que la música de fondo del recuerdo sea obra de la imaginación).  Fue en Gral. Alvear, Mendoza, el Cine se llamaba Casa España y, estoy seguro que fue  ese el día en que descubrí que, cuando fuera grande, quería hacer algo parecido a lo que estaba viendo (jugar a ser el personaje o inventarlo, o lo que fuera pero por el estilo). En 1995 -apenas retornado al país- me tocó dirigir una obra para el programa “Cien Ciudades cuentas su historia” de la Dirección Nacional de Teatro y, por purísimo azar, Gral. Alvear, en Mendoza, fue el sitio al que fui destinado. Para colmo, cuando arribé a ella, descubrí que la representación tendría lugar en el Cine Casa España, sobreviviente milagroso como yo, pero,  y, en eso residía la diferencia, exactamente igual al que recordaba.

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