osera

¡Que jóvenes, que lindos, las dentaduras intactas, el esqueleto que no crujía ni dolía, las piernas que no pesaban, la respiración acompasada por el éxtasis y el anhelo, jamás por la fatiga; y la cercanía del otro que, sin patologías arrítmicas, desbocaba nuestros corazones de potrillos (por lo menos el mío). Me chiflaron tus ojos…

Read More Desde un tres de diciembre de 1958