…y el pensamiento una centella
del latido de nuestro corazón (*)
líbrenme por un instante del azar
ya recaeré en él,
es inevitable:
el animal, desde la ameba y la lombriz
al hombre,
consiente la violencia de la gravedad.
Sea como sea
mi paso es tan ligero que no deja huella
y aunque cambiemos la historia
mis amigos,
será como si no hubiéramos existido.
¿Cómo escaparle a ese vacío voraz e inútil,
a su curso inexplicable hacia una ausencia infinita,
a la horrible y fascinante confusión
que percibo también,
adentro mío?
Líbrenme, entonces, por un instante del azar.
concédanme el brevísimo lapso
-entre cerrar
y abrir los ojos-
e imaginaré que es necesario
estar aquí viviendo y muriendo,
que hay alguna razón para tanto deseo,
que tan obstinado amor tiene un sentido,
que porque desde el principio
estaba yo en el plan de su creación
un dios me adoptó como su hijo,
que el universo,
ese rastro de nube, esa niebla herida
por los rayos del sol,
es como un gesto inútil, y extrañamente hermoso
que sucede un instante eternamente.
Y solo para mí.
(*) Libro de la Sabiduría (2, 1-7)