Julio 24/7/2020
¿Fue Emil Cioran el que escribió que habría que guardar silencio sobre lo que no se releyó? Algo así… ¿O quizás no? No podría confirmar ahora la exactitud de la cita ni garantizar la identidad de su autor. Si alguien la dejó dicho la suscribo, y si hasta ahora no, la asumo.
La cuestión es que en estos días de apocalíptica pandemia, aunque consciente de lo que me pierdo, leo pocos títulos nuevos, eso sí: nada de lo que releo se parece a lo que alguna vez leí. Quizás, en sentido estricto, ningún libro pueda ser leído dos veces y, por lo tanto no se regresa a él o a su autor, se lo descubre cada vez. El libro releído, además, es un espejo impiadoso en el que, cualquiera sea su fábula, lleva implícita nuestra historia.
Encontré en “La carretera”, de Cormac McCarthy, este párrafo que subrayé hace ¿dos, tres años? :
(…) que los sueños correctos para un hombre en peligro eran sueños de peligro y que lo demás era sólo la llamada de la languidez y de la muerte“.
Y en “La cuarentena”, de J. M. G. Le Clézio, leído en 2011 o 12:
“Han sucedido muchas cosas, muchas cosas se han deshecho y se han vuelto a recomponer de otro modo: nuestros sentimientos, nuestras ideas, hasta nuestro modo de mirar, de hablar, de caminar y de dormir. Unos han muerto, otros han perdido la razón. Jamás volveremos a ser los mismos.”
Julio 22/7/2020
El arte tiene que ver con los hombres. Con hombres que viven una realidad. Pero la realidad supone un proceso mucho más complejo que el cotidiano enfrentamiento con el que choca la existencia. Sobre esta supuesta realidad gravita no solo la irrealidad, es decir: todo lo que no consigue ser, sino también una especie de antirealidad que se opone a su discurrir y se encauza, haciéndola ser lo que es, y no más. Pero tampoco menos.
El hombre, al vivir, pone en juego en cada uno de sus actos toda la serie de potencias que constituyen el arsenal de su cerebro: su capacidad de percepción y abstracción, el juicio, la atención, la memoria, la imaginación, el deseo, la emoción…y por el efecto de la mente trabajando al unísono como una extraña máquina de ciencia-ficción, se convierte al ser vivida en un acontecimiento extraordinario en el que se une el pasado, el presente y el futuro: recuerdos, anhelos y sufrimientos; formas, palabras y sonidos. Dicho de otra manera: Se deforma y transfigura. Pero además de forma irrepetible, al ser vivida por un sujeto particular, en un momento dado, de forma total y absolutamente subjetiva.