El lamento de Poll

“Poll fue la primer palabra que se escuchó en la isla y las pronunció un loro. Su amo, para enseñarle a hablar, le había hecho repetir el nombre con el que acababa de bautizarlo. Después pronunció el suyo propio: Me llamo Robinson, Robinson Crusoe.”

La inmensa ballena blanca
se perdió.
Arrastró al Pequod, a su tripulación
y a la pata de palo del capitán Ahab.
Y se los llevó consigo a los infiernos.
Y también lo poco que había quedado
del pez de Hemingway
-dieciocho pies (sic) de la nariz
a la aleta caudal)-
Y el Snarck
que en realidad era un boojum
y por eso desapareció a
a la mitad de la risa y la alegría.
En medio de la noche
(saliendo de Mingo, en el Paseo
de la Florida, con una luna desvaída)
y Nissen Piczenik, de Progrody,
enamorado de los corales,
criaturas del Leviatán primero.
Y el pez banana de Seymur Glass.
Extinguido.
Los delfines.
Desaparecidos.
Los delfines esmeraldas,
los delfines de la nostalgia:
Clausurados.
Es contrarrevolucionaria
la marea baja
y la marea alta
es voluntarista,
y las compañeras del exilio
se miran no se tocan
se sueñan no se huelen
se evocan no se palpan.
Y mientras ellas,
ellas las olas,
ellas las espumas,
ellas las arenas dibujadas,
ellas las brumas violetas,
ellas,
las sórdidas concubinas
de actuales bisuteros
ex presos ex guerrilleros
ex marineros del barco ebrio
en las puestas de sol
con el cielo rojizo como una lámina oxidada
contra la que se estrellan los albatros
contras la que ellas agonizan
como si franelearan,
exactas a Mimí
iguales a Margot.
Ellas, digo
sueñan con su fascista
cantan folklore
y levantan el puño.

El capitán Ahab
los fierros enmohecidos
el arpón carcomido
vive ahora en Aluche
y vende en Goya
su sexo
su gusano.
Seymur
oportunista del suicidio
discute de estrategia
con los ángeles,
y de la ballena blanca
se ha perdido la estela.

El viejo poeta ciego es reaccionario
El techo político es tan bajo
que no permite que se abran los paraguas,
los cometas son obstruccionistas,
con la niebla no hay acuerdos posibles
y la luz de mis huesos
redacta una denuncia
y gestiona su permiso de trabajo.

Marina sobrenada sin mar (*)
Ale alucina por descompresión
en un Monasterio de Piedra
sumergido,
y Alicia se ha confundido en el espejo.

Compañeros: Seamos eficaces
que se borren Alicias y ballenas
que se pierdan Alicias en azogues
Marinas en secanos
que se ahoguen ballenas en su esperma
que al poeta ciego
lo coma el minotauro.

(Leído, con las críticas y autocríticas de rigor,
en la Casa Argentina de Madrid, Mayo de 1980)

(*) Marina residía sobre una colina de cien metros de altura. Una ciudad de Castilla-La Mancha que había sido conquistada por Táriq ibn Ziyad en 711 y reconquistada por Alfonso VI en 1085. Allí vivieron, además, un famosos pintor llamado Doménikos Theotokópoulos, y Chaplin, perro también famoso.

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