Programación Julio 2011

TEATRO NACIONAL CERVANTES

EXTENSIÓN CULTURAL

JULIO 2011

NOTAS DE ALBERTO WAINER

CICLO:

GRAN CINE ARGENTINO.

(Miércoles a las 17 hs. Sala del I.N.E.T.)

ENTRADA GRATUITA.

EL CINE DE LEONclip_image002.jpgARDO FAVIO (2)

Leonardo Favio está, sin duda alguna, entre los grandes del cine argentino. Un lugar que comparte, entre otras figuras, con su maestro siempre reconocido, Leopoldo Torre Nilsson  -“Bubsy”, como lo recuerda cariñosamente- y también con Leopoldo Torre Ríos, Hugo del Carril, Lucas Demare, el Mario Soficci de “Prisioneros de la tierra” y “Tres hombres del rio”, Lautaro Murúa, etc., sin descuidar aquellas otras inspiraciones universales –Luis Buñuel, Robert Bresson, Pier Paolo Pasolini (fundamentalmente en su costado evangélico)- que están en su obra pero del modo tan particular que operan las influencias en los artistas mayores: provocando un lenguaje nuevo. Pocos como él, sin embargo, han sumado con tanta naturalidad las cualidades del autor, del artista de culto, del intuitivo inspirado y del resignificador de mitos populares (mitos que, por otra parte, son inseparables de su extracción de clase y sensibilidad).

La vida de Leonardo Favio está atravesada además por su fuerte compromiso militante con el Peronismo, y nos comprometemos, en cuando nos sea posible, a exhibir su monumental “Sinfonía de un sentimiento”. Es interesante, sin embargo, anotar su reflexión al respecto: Yo no soy un director peronista, pero soy un peronista que hago cine y eso en algún momento se nota. En ningún momento yo planifico bajar línea a través de mi arte, porque tengo miedo de que se me escape la poesía.

 

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Miércoles 6

CRÓNICA DE UN NIÑO SOLO (1965)
Dirección: Leonardo Favio
Fotografía: Ignacio Souto
Música: Arcángelo Corelli y Alessandro Marcello
Con: Diego Puente, Beto Gianola, Leonardo Favio, María Vaner y elenco.

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EL DEPENDIENTE
Dirección: Leonardo Favio
Guión: Leonardo Favio, Roberto Irigoyen, Jorge Zuhair Jury
Fotografía: Anibal Di Salvo
Música: Vito Verti
Con: Walter Vidarte, Graciela Borges, Nora Cullen y ele

Miércoles 20

ÉSTE ES EL ROMANCE DEL ANICETO Y LA FRANCISCA, DE CÓMO QUEDÓ TRUNCO, COMENZÓ LA TRISTEZA Y UNAS POCAS COSAS MÁS… (1967)
DIRECTOR Leonardo Favio
GÓN Leonardo Favio, Carlos Flores, Jorge Zuhair Jury
FOTOGRAFÍA Juan José Stagnaro
MÚSICA: Antonio Vivaldi y Los Wawanco
Con: Federico Luppi, Elsa Daniel, María Vaner, Edgardo Suárez y elenco.

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Miércoles 27

ANICETO (2007)
Ballet cinematográfico basado en “Éste es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…”
Dirección: Leonardo Favio
Guión: Leonardo Favio, Jorge Zuhair Jury, Rodolfo Mórtola y Verónica Muriel
Música: Iván Wyszogrod
Coreografía: Margarita Fernández y Laura Raotta
Fotografía: Alejandro Giuliani

CICLO:

EL TEATRO:

UN UNIVERSO DE SENTIDOS.

(Jueves a las 17 hs. Sala del Instituto Nacional de Estudios de Teatro (I.N.E.T.)

ENTRADA GRATUITA

LOS 90 AÑOS DEL TEATRO NACIONAL CERVANTES: Una visita a su repertorio. (1)

PALABRAS ENCADENADAS
(Premio Born de Teatre 1995)
De JORDI GALCERÁN
Versión argentina: Alberto Wainer
Estrenada en la Sala María Guerrero, en octubre de 2001
Palabras encadenadas, delcatalán Jordi Galcerán, (Fuga, El método Gronholm, etc.) -obra que tuvo una floja, y no obstante exitosa versión cinematográfica- admite ser definida como thriller psicológico, también como un melodrama de amor loco, delirante, que vira vertiginosamente hacia el humor más negro imaginable, sin dejar de ser nunca un juego especulativo, arbitrario, tan divertido como perverso. Difícil, sin duda, de encasillar genéricamente, lo que queda claro es que se trata de una pieza inteligente y de excelente carpintería.
Primero como espectador y más tarde, en la tarea de adaptar el texto, intuí que este peligroso ejercicio lúdico (especie de espiral destructiva que mueve a los antagónicos) que observado en Barcelona, resultaba finalmente más divertido (y hasta cómico) que siniestro, en un escenario argentino se podía tornar ominoso, incomodo, y convocar asociaciones (la primer imagen de la mujer secuestrada, cubierta su cabeza con una capucha negra, por ejemplo) que necesariamente ensombrecerían el carácter de la representación. Esto fue confirmado por la experiencia pública, confirmándome que una experiencia teatral se define –incluso genéricamente- por las circunstancias sociales y políticas en las que se produce y por las experiencias históricas y culturales de sus espectadores.
Dirección: Tamzin Towsend
Escenografía y vestuario: Carlos Di Pasquo Con: Víctor Laplace y Esther Goris

STEFANO
de ARMANDO DISCÉPOLO
Versión estrenada en la Sala “María Guerrero”, en septiembre de 2002.
Ésta es, no caben dudas, una de las obras mayores del teatro argentino y, quizás, su expresión más universal, pese a que –o precisamente porque- el tiempo y el espacio de su acción son absolutamente reconocibles y su protagonista, producto de contingencias políticas y sociológicas puntuales, sin dejar de ser un “tipo” del teatro popular, accede a un nivel de conciencia existencial estremecedora Estrenada en 1928, cuando el mundo ya se sumergía en una gran crisis económica, y al país apenas le restaban dos años de estabilidad institucional, Armando Discépolo creaba, desde ese inmigrante aterrado ante el abismo que se abría entre sus sueños y la realidad, la lúcida metáfora de un gran fracaso histórico.
Y, en esta peripecia que es también la de un conflicto generacional, el agonista emblemático, está definitivamente excluido de la historia, su padre tiene un pasado, su hijo, aunque problemático, un futuro, Stefano, en cambio, carece de tiempo y espacio, es el excluido de una realidad progresivamente más excluyente y a la que no puede atrapar ni siquiera por su lenguaje, que le es ajeno. Cada intento de nombrarla se transforma en un chiste verbal, el cocoliche, que, aunque connote una patética frustración, es irremediablemente gracioso, y Armando Discépolo decía que lo serio y lo cómico se suceden o preceden recíprocamente como la sombra y el cuerpo. Así –aunque se descubran como extrañas y siniestras las cosas que se creían protectoras, familiares- ¿hay en el teatro argentino una figura más cómica que este Stefano, que cree ser un Verdi o un Puccini y se descubre incapaz de “embocar” una nota con su trombón? Lo que realmente le ocurre es ya no tiene qué cantar: “El canto se ha perdido, se lo han llevado. Lo puse en el pan… y me lo han comido” (…) Cosa inexplicable, la tristeza de la ostra. Tiene la aurora dentro, y el mar, y el cielo, y está triste… como una ostra… No sabemos nada. Uh… quién sabe qué canto canta que no lo oímos… A lo mejor es talento, su silencio.
Dirección: Juan Carlos Gené
Escenografía: Guillermo de la Torre
Música: Luis María Serra
Con Luis Brandoni, Horacio Roca, Perla Santalla, Beatriz Spelzini, Daniel Tedeschi, Daniela Catz, Mariano Miquelarena, Esteban Pérez.

NO TE SOLTARÉ HASTA QUE ME BENDIGAS
de RICARDO MONTI
Estrenada en la Sala “Orestes Caviglia” del TNC, en mayo de 2003
Monti mantiene, en el doble plan de la realidad y sus metáforas o analogías, una confianza ilimitada en la capacidad del lenguaje para crear acciones y sentidos. Su teatro, esencialmente de disfraces, no encubre sus influencias, al contrario: las denuncia y crea respecto a ellas una poética de correspondencias pero, más importante, de contradicciones y, en esa dialéctica, el país, su historia mitologizada, es siempre síntesis.
Éste Roca, es y no es Roca, de forma tal que su “Soy Roca ” inicial, más allá de la autoridad y seguridad con las que es enunciado, resulta, inevitablemente cómico y establece, desde el ejercicio del Poder, las reglas del juego. El Hotel Columbus remite a “El gran Balcón” de Genet, no hay manera de eludir la referencia, y su suite presidencial, como las múltiples habitaciones de aquel, funciona a los efectos de una representación, a un tiempo, artificiosa y verosímil. Es el escenario en el que por una necesidad privada se realiza un acto público, si se entiende por tal aquel en el que el otro es, además de partenaire, un espectador, un espía. Puede que, en efecto, se trate de una rutina, pero si lo es, ha sido maniáticamente ensayada, los actores se han acercado tanto a sus personajes que, más que desdoblarse, se han confundido en ellos, y el teatro se acerca tan peligrosamente a la realidad -una realidad reflejada por supuesto- que la tragedia, o la simulación de la tragedia (¿quién asegura que el desenlace, independientemente del efecto de la sangre, no sea otro truco?) Si todo es libreto entonces no hay realidad, y una función no es un modo de ser: es una función (recurre Genet). En consecuencia, no hay responsabilidad ética y tampoco fracaso histórico, el terror y el hábito se confunden, por lo que el torturador y su víctima, opresores y humillados y ofendidos, tras el ritual, recobran la inocencia.
Dirección: Mónica Viñao
Escenografía y vestuario: Luciana Gutman
Con: Néstor Sánchez y Luis Solanas.

CHÚMBALE
de ÓSCAR VÍALE
Versión estrenada en la Sala Orestes Caviglia del TNT, en mayo de 2008
Independientemente de los mínimos revívales recientes del sainete y el grotesco, convenientemente reconvertidos en neo-estéticas, Víale, no solo asumió -y antes que casi todos los de su generación e incluso contra muchos de ellos- las formas de los llamados “‘géneros chicos” sino que se lo reconoce hecho culturalmente por ellos. Estaban en su sensibilidad, en su visión del mundo y, casi sin proponérselo, aportó otra perspectiva, un camino válido para aquella escena argentina. No se trata de asumirlo acríticamente, puede encontrarse en su producción algún exceso de estereotipos costumbristas, chistes fáciles y sensiblería pero, también y sobre todo, una extraordinaria agudeza de observación, mucho humor revulsivo y, probablemente, las más crueles metáforas teatrales de la realidad argentina de los últimos 30 años.
“Chúmbale” es, sin dejar de reconocer los riesgos estéticos de “Peripecia” “Antes de entrar dejen salir” o “Convivencia”, no solo la mejor de sus obras, también la que mejor funcionó como modelo e, incluso, la de estructura, más transgresora.
Aquí, sobre los tipos se impone la acción pura, hipnótica. Una mecánica de violencia casi, abstracta y, como el fascismo, irracional, pero terriblemente cómica. Eso emparenta a “Chúmbale” con la “performance”, las comedias mudas de la Keystone y algunos delirios del absurdo desde Ionesco a Hándke.
Contiene me parece, y no es un dato menor, los ingredientes de un espectáculo muy atractivo y, en el mejor sentido de la palabra, popular.
Dirección: Santiago Doria.
Escenografía y vestuario: René Diviú.
Música: Gabriel Goldman
Con: Alejo García Pintos, Eleonora Wexler, Marcelo Mininno, Graciela Pal, Roly Serrano y Silvina Bosco.

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