Sobre hacer esferas (*)

A Gabriela y Alejandro, en Buenos Aires, conmigo.


Arquímedes fue un matemático, físico, ingeniero, inventor y astrónomo Siracusano, que adquirió merecida fama por bañarse con más asiduidad que sus conciudadanos. Eutocio de Ascalón que recopiló sus obras en el siglo VI, afirma que no es que Arquímedes sufriera de un trastorno obsesivo por la limpieza, sino que disfrutaba evidenciando la suciedad de sus vecinos. John Wallis, notable calculista inglés del siglo XVI que en una noche de insomnio llegó a calcular la raíz cuadrada de un número de 40 cifras, estimaba en más de seis millones las horas que, en el transcurso de su vida, Arquímedes permaneció en la bañera. Pero Arquímedes no se conformaba con dar ejemplo, provocaba memorables escándalos. Así, tras una higiene a fondo, se paseaba, desnudo por las calles de Siracusa, jactándose de su exquisita pulcritud y apretándose la nariz cada vez que se cruzaba con cualquier conciudadano. Otras veces daba voces desde la bañera y sus vecinos que acudían en masa pensando que se estaba ahogando, lo veían asomar sonriente, tras entreabrir la cortina de plástico, exclamando “¡εὕρηκα héurēka!” perfecto indicativo de εὑρίσκω heurisko ¡Eureka!, que quiere decir: ¡Lo he hallado! Y, cuando le preguntaban, qué era lo que había hallado, contestaba que el jabón, que se le había resbalado, o que el agua estaba muy fría, o que estaba muy caliente, etcétera. En fin, que la gente empezó a cansarse y cuando finalmente dio voces convocando a los siracusanos para contarles que había descubierto que el nivel del agua subía cuando se sumergía, le contestaron de muy mala manera que cuando ellos se bañaban, aunque lo hicieran con menos frecuencia, pasaba exactamente lo mismo y que no por eso molestaban a los vecinos ni se exhibían en pelotas. Él insistió en explicarles la enorme trascendencia científica que implicaba el hecho de que su cuerpo desplazara una cantidad de agua igual a su propio volumen. Los vecinos lo miraron fijo y se retiraron en silencio, convencidos que a Arquímedes de Siracusa le faltaba un tornillo, pero no cualquier tornillo, sino el famoso tornillo de Arquímedes, el que, tal como lo describió Marco Vitruvio en los tiempos de Roma, fue usado para irrigar los jardines colgantes de Babilonia.

(*) Pappus de Alejandría, importante matemático griego de los siglos III-IV, sostiene que “Sobre hacer esferas” título de un manuscrito del físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático siracusano Arquímedes, le fue inspirado a éste, por el juego de las burbujas de jabón y agua que disfrutaba formando durante sus prolongados aseos, soplando a través del circulo que resultaba de la unión de sus dedos índice y pulgar.

4 comentarios on "Sobre hacer esferas (*)"


  1. Qué linda historia,…así que al señor Arquímedes le gustaba hacer burbujas de jabón.
    Love it.


  2. hermosa y como siempre, aguda y costumbrista, nos remonta a ese tiempo y lo que debian sentir los vecinos de estos personajes. los humanizan.


  3. Muy buen relato. Que bueno sería aprender historia u otras disciplinas a través de narraciones ricas y entretenidas como ésta.

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