A PROPÓSITO DE “QUE EL SOL DE LA ESCENA QUEME TU PÁLIDO ROSTRO”. Un homenaje a Federico García Lorca
Por Alberto Wainer
Federico García Lorca –aquí lo celebramos como uno de nuestros clásicos esenciales -y ese “nuestro” referencia a una lengua, que se hace también en latinoamérica, que presupone mestizaje cultural, (mezcla, además, de ideas y sentimientos) que excluye cualquier noción centralista y se compone como un tejido de diferencias- pensaba la poesía como algo que anda por las calles, que se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio –decía- y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas. Por eso su teatro es poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera “el teatro necesita que los personajes que aparezcan en escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos”. Así, con una precisión insuperable, queda desnuda su obra y, como pocas veces, ideas, praxis y biografía se ajustan con tanto vigor y claridad.
Claro que a Lorca no se lo honra solamente montando sus obras, todo su ideario se asocia a la gran tradición del mejor teatro de su patria. Siendo como era tan universal, él encarno como ningún otro dramaturgo de aquella inolvidable generación del 27 la idea y la práctica de “Teatro Nacional” que hoy sigue crispando tanto y a tantos humanistas abstractos.
Y en ese sentido es imposible no asociarlo a Miguel de Cervantes, cuya “Numancia” amó y a ese monstruo de la naturaleza, Lope de Vega, cuya “Fuenteovejuna”, se reparte con la gran épica del autor del Quijote, la más fidedigna representación del espíritu de un pueblo en resistencia. Al respecto es ejemplar, por el carácter participativo de los espectadores, el montaje que realizara el propio Federico con “La Barraca”, su compañía teatral ambulante, en la misma Villa en la que se sitúa la acción y en la que sucedió, en 1476, la rebelión de los campesinos que inspiró a Lope.
El teatro es algo muy serio…
Si el teatro está en decadencia, para volver a adquirir su fuerza debe volver al pueblo del que se ha apartado. Además, el teatro es cosa de poetas… Sin sentido trágico no hay teatro… y el pueblo sabe mucho de eso.
Raymond Willians, extraordinariamente perspicaz, ve rasgos únicos en el teatro tradicional español y advierte, por ejemplo, en “La Celestina” de Fernando de Rojas o en “Amar después de morir” de Calderón, un tesoro que Lorca, usará, tal como le corresponde, como herencia, lo que no le impedirá, colocarse, por su fuerza creadora y la originalidad de sus hallazgos, por adelante de muchas de las corrientes de la tradición dramática moderna.
A Federico, como a muchos artistas por estas geografías, se ha intentado limpiarlo de sus compromisos, de sus elecciones, de parte de su biografía. Convertido en ángel, en victima estética, absuelto de su impureza, se nos lo devuelve en pura pandereta, en españolada sin España adentro.
El hecho es que Lorca- y conviene releer a Ian Gibson- sí era republicano, sí era explícita y públicamente antifascista; sí habida rechazado la España tradicionalista y católica, la España imperial de Fernando e Isabel y sus sucesores, tan añorada entonces por mucha gente de derechas; sí había deplorado en público, la represión política llevada a cabo durante el ‘trienio negro’ de 1933 a 1936; sí había apoyado públicamente la campaña electoral del Frente Popular en 1936, y, sí había valorado su triunfo como la ‘reconquista de la República'».
Precisamente en esa provocadora falta de inocencia, buscamos y encontramos nosotros a Federico -al hombre y al poeta- y no nos es posible separar a uno del otro: El olor de los lirios blancos es agradable pero yo prefiero el olor del mar. Yo puedo decir que el olor del mar mana de los pechos de las sirenas y mil cosas más, pero a él ni le importa ni lo oye, él sigue llamando a las costas en espera de nuevos ahogados, esto es lo que le importa al hombre. Pero ¿cómo se llevaría el olor del mar a una sala de teatro o cómo se inundaría de estrellas el patio de butacas?
¿Por qué hemos de ir siempre al teatro para ver lo que pasa y no lo que nos pasa? el espectador está tranquilo porque sabe que la comedia no se va a fijar en él, ¡pero qué hermoso sería que de pronto lo llamaran de las tablas y le hicieran hablar, y el sol de la escena quemara su pálido rostro de emboscado!
Alberto,han pasado siglos ya,desde la última vez,que nos vimos,en persona, la vida a veces,rige caminos raros, que empiezan y terminan,en un mismo lugar…a que voy? Estrene COMEDIA SIN TÍTULO,en LA PLATA,TEATRO UNIVERSITARIO, Facultad de Humanidades, UNLP, en OCTUBRE DE 1983, y acabo de leer, lo escrito por vos,sobre ese LORCA, y las citas, que son de COMEDIA…me sorprende ! y me agrada!
un abrazo enorme,GRACIAS!
Beba Gaviña-LA PLATA-
LIDIA ALBA GAVIÑA
lidia-la escriba seudónimo
por si queres pasar mi blog es http://www.nuncajamashablamos.blogspot.com.ar simple escribo! que hermosa alegría!
Disculpá Lidia lo que tardé en contestarte. Recién leo tu comentario y lamento no haberlo hecho cuando «Quel el sol de la escena queme tu pálido rostro» estaba todavía en cartel. En efecto, allí tomé de «Comedia» y de todo Lorca. De su obra, pero aún más de su vida.
Para mi también es una alegría contatarte.
Cariños.