Porque ya pasó el día
que esperamos toda la noche,
insomnes, exaltados;
y pasó también
la fugaz eternidad
que sucedió a aquel día.
Todas las cosas que van a ser pasaron,
y lo que aquí duele
(en perspectiva)
es el recuerdo del presente.
Del relato de lo vívido
únicamente lo olvidado es cierto.
Y esto es definitivamente todo, por ahora.
El tiempo bueno,
la estación jubilosa,
están –tal vez siempre estuvieron-
en el otro hemisferio
al que jamás arribaremos,
del que acabamos de partir.