Antes que el primer sueño

Antes de que el primer sueño empuje al último sueño, el último sueño ya ha atrapado
Al sueño que lo precedía.

“El sueño”. Lu Xun (1881-1936)

A Jorge Ariel Madrazo
(1931-2016)

Háganme el favor y bórrense –por un instante- a Borges de la cabeza.
Soy consciente de que lo que les estoy pidiendo puede considerarse una falta de respeto, también del sentido de las proporciones, y sí, los dos supuestos son razonables.
¿Qué puedo argumentar en mi favor? ¿Que nunca se me ocurrió –que nunca se me ocurriría- ensayar, una refutación del tiempo?
Podría, si ¿Pero paliaría algo? No encuentro en mi modestia ningún mérito. A lo sumo, cierto sentido del ridículo. Si su tesis –él mismo lo confiesa- es tan antigua como la flecha de Zenón o como el carro del rey griego, en el Milinda Pañha, la mía resultaría tan inconsistente que ni siquiera consistiría en un disparate.
En consideración a eso, permítanme volver sobre una vieja (en todos los sentidos) historia.
No pretendía otra cosa.

-oOo-

Una noche, corría la primavera de un año indeterminado de los conocidos en China como los de las Cien escuelas del pensamiento, una mariposa en los bosques próximos a Henán, soñó que era Chuang Tzú, nacido en Meng Chéng y retirado a Hua, para escribir el Nan hua zhen jing.
Precisemos: la soñadora no era todavía una mariposa. Ni siquiera una crisálida, apenas una pequeña oruga, de color verde con anillas negras que, dentro de un huevo traslúcido, sobre una hoja de asclepia, se beneficiaba de la inmovilidad a la que la obligaba su proceso de metamorfosis, para dormir (soñando ser Chuang Tzú).
Para esas mismas fechas, una noche, Chuang Tzú, que por entonces era solo un aprendiz de filósofo al que le costaba entender el Dào Dé Jing de Lao-Tsé, soñó que era una mariposa, y que esa mariposa creía ser Chuang Tzú.
La oruga, ya crisálida y a punto de despertar como mariposa, insistía en su sueño. El Nan hu Zhen Jing, sus ideas centrales, ya se le habían desvelado casi absolutamente. Ahora a Chuang Tzú, es decir, a ella misma, sólo le restaba escribirlas.
El sueño recurría, también para Chuang Tzú.
Parece ser que, desde el País en el que se duerme, se internaban por las noches en las espesuras del País en que se sueña y de esa manera arribaban a Meng Xian, el País del ensueño, en el que los límites entre sueño y vigilia se tornan neblinosos y en que fatalmente alguna vez debieron coincidir. Todo (y especialmente el Nan hua zhen jing) indica que así sucedió.
Y, ¿qué sucede con el gran despertar, la muerte, después del cual se dice que la vida sólo fue un vano sueño? Pocos son los seres que lo comprenden. Casi todos creen estar bien despiertos- así explicaba muchos años después Chuang Tzú su epifanía a sus discípulos: Todos soñamos. Yo mismo, cuando les digo que sueñan, sueño también mi sueño… Hace tiempo, una noche, fui una mariposa, contenta por mi suerte. Pero luego, ¿me despertaba siendo Chuang Tzú? O ¿Chuang Tzú que se imaginaba que era una mariposa? En este caso, ¿existen dos individuos reales? ¿Hubo una transformación real de un individuo a otro?”
El gran despertar para la Mariposa sucedió muy poco después, Chuang Tzú la sobrevivió unos cinco años. También es posible que haya sucedido exactamente a la inversa.

-oOo-

Me miro en el espejo cristalino
y no me explico por qué está escarchado.

Li Po (701-762)

Otra antigua leyenda (china también) dice que hubo un tiempo en el que coexistieron dos mundos, El de los Espejos y el Otro. Los Seres Especulares y el de los Otros eran totalmente diferentes ya que ninguno era el reflejo de ninguno. Las relaciones eran cordiales y la circulación entre ambos mundos, intensa, continua, Adviértase que los paisajes diferirían absolutamente, y también las proporciones, las fuerzas gravitatorias, y las distancias, y el arriba y el abajo, la cualidad térmica de los colores, etcétera, por lo que la primera visita, en cualquiera de los sentidos, siempre resultaba desconcertante, su curso intangible, y su descripción anfibológica, había entonces que reincidir para confirmarla, revisarla o descartar sus datos, y aunque el ir y el venir proseguía incesante y los Unos y los Otros se pasaban la mitad de sus vidas en los respectivos mundos ajenos, todo permanecía resultándoles tan distinto que cada visita parecía inicial y el estupor se reduplicaba. No hay (no conocemos) otros ejemplos en la historia de vecinos que se hayan frecuentado con tanta asiduidad y que se hayan desconocido tanto.
Una noche, o un día, según del mundo desde el que se cuente, los Seres Especulares invadieron la tierra de los Otros, si le creemos a los Otros y, (según la Historia Oficial Especular) viceversa. Entonces se produjo el Caos. Mejor dicho cada uno advirtió que el Otro, el invasor, era el caos. Los ocupantes demostraron ser poderosos y, aunque finalmente se los derrotó, sólo se los pudo regresar a uno u otro lado, mediante artes mágicas. Dice la leyenda que quien poseía dichas artes era el Emperador Amarillo, pero no especifica cuál era el mundo sobre el que imperaba.
La cuestión es que, para mantenerlos allí –donde fuera- el Emperador Amarillo urdió un hechizo que obligó a esos seres caóticos a copiar mecánicamente los actos y las apariencias del enemigo.
Lo que no quedó claro es en qué mundo terminó habitando Uno y en cual Otro. Si, siendo tan impropios entre sí, pudieron mantener durante incontables siglos una buena vecindad y un próspero turismo, se debió a que los nativos de ambos mundos poseían talentos extraordinarios para la simulación.
Siendo así, tanto los calificativos “Espejo” como “Espejado” se demostraron conjeturales e históricamente provisorios. Hubo ciclos, eternidades, en los que a Uno le correspondió ser “La realidad” y, sin embargo, bastó un mínimo desajuste gestual (o la equívoca sensación de ese desajuste) para que el Mundo Real pasara a ser el Otro.
Por supuesto todo esto es pura especulación, o lo que es lo mismo: mirarse en un espejo.
La leyenda prosigue con la profecía, aún en suspenso, del Emperador Amarillo, que antes de morir predijo que el hechizo, se iría debilitando y que, un día, las plácidas superficies de azogue comenzarían a agitarse, es decir, que el final, tal como fue el origen, corresponderían al Caos.
Para terminar. Hay muy escasas referencias sobre aquellos, de Un Mundo u Otro, a los que, la inusitada celeridad con la que operó la magia del Emperador Amarillo, sorprendió desprevenidos en una patria extranjera y, desde entonces, adversa.
Son, ya lo dijimos, experto simuladores y, por lo tanto, supervivientes natos, haberme especializado en su detección, me insumió, por lo tanto, mucho tiempo y sacrificio.
En la oficina en la que trabajo –apenas un ejemplo- suman, mínimamente, la mitad de la plantilla. Ocupan los puestos mejor reenumerados y con menor exigencia laboral. Poseen cualidades miméticas asombrosas y logran trepar más alto que un gibón.
Me ha ocurrido permanecer al acecho, espiando horas y horas el speculum (por ejemplo del baño) y fracasar.
Una o dos veces, sin embargo, confío que no se tratara de una ofuscación o de un engaño, me ha parecido distinguir –he distinguido n- tras el cristal, súbitamente traslucido, una cabeza grande y abovedada, de cuello corto y grandes ojos verdes desnivelados, que podían moverse, inquisitivos, cada uno en distintas direcciones.

3 comentarios on "Antes que el primer sueño"


  1. Desde la distancia física de “52 años” va creciendo imparable, mi admiración y respeto a la Persona y Maestro.
    Este año, especialmente, me agarró un enorme deseo de viajar, no muy lejos, (por favor que no te cause risa) a Córdoba, a San Pedro, a mis pagos de nacimiento: San Antonio de Areco . Y si…
    Ocurrió que acabo de leer tu “Antes del primer sueño” y por favor, cómo me hiciste viajar, a partir de la pequeña oruga!!!. Qué hermoso poder, la narración. Tu tan hermosa narración, se sobrepone a que “cualquier semejanza con la -actualidad- es pura coincidencia. Gracias Alberto Wainer. Abrazo!!!

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