Esta piel que no es más que la memoria de tus dedos
A la mujer amada y perdida, Hölderlin le dio el nombre de Diotima (una sacerdotisa de Mantinea) porque en ella, en la sabiduría y el erotismo con la que inició a Sócrates en esos tópicos, el poeta confirmó sus intuiciones acerca del amor físico y espiritual y, también de la belleza. Él, por un cortísimo…
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