Sé que más acá de la vida
está la estafa…
Puedo sentir piedad por Reinaldo Arenas -al que como poeta, más que como novelista, admiré, y, en ocasiones, admiro- pero no culpa (me refiero a esa culpa que sí nos debemos algunos de los de mi generación cuando de Herberto Padilla, Virgilio Piñero o del salvadoreño Roque Dalton se trata) ¡Cuanto fundamento tenían sus denuncias de la política homofóbica de los años setenta en el campo artístico y cultural de Cuba y, sin embargo, que eficaz resultó la rabiosa sinrazón de sus razones para desprestigiarlas y confundirlas con los discursos reaccionarios del exilio gusano de Miami.
Cuando en 1982, el Servicio de Inmigración norteamericano, basándose en “información confidencial” proporcionada por la dictadura uruguaya que lo señalaba como “agente subversivo”, le negó la visa al escritor y crítico uruguayo . Ángel Rama, se desataron las protestas de la Latin American Studies Asociation, del Pen Club, de la Authors League of America, de escritores como Arthur Miller, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez, de políticos como Belisario Betancur y Carlos Andrés Pérez etc. (que denunciaron el hecho como un regreso al macartismo. ), contra todos ellos y para asombro de Rama que había sido su más ferviente exégeta, Arenas se expreso apoyando la decisión del Servicio de Inmigración y acusando a Ángel de haber firmado declaraciones antiimperialistas en la revista Casa de las Américas, y haber tenido “un pasado procomunista, un pasado subversivo, una serie de manifiestos terroristas a favor de la violencia y del crimen, un contubernio al parecer muy estrecho con el fascismo de Fidel Castro”, de buscar “la destrucción de los Estados Unidos” y proclamar “una revolución marxista continental liderada por Cuba”, etcétera…
Insisto: nada de lo expresado agrega o quita a la belleza de alguno de sus poemas (y , sirve, me parece, para extrañar al poeta del icónico rebelde que nos propuso Hollywood y del patriota insobornable que, por sobre su exquisita fragilidad, se atrevió a desafiar los Goliat del Castrismo Cultural: (…) No creo, Reinaldo, que llamar a Cortázar senil o pueril sea una forma adecuada de discutir posiciones y mucho me temo que ese tono y ese léxico reducen la eficacia de tus mismos argumentos. He tenido bastantes discrepancias con Cortázar (las últimas, justamente, a consecuencia del artículo que escribí sobre ti) pero soy consciente de que me haría daño a mí mismo y no persuadiría a nadie de mis ideas, si en vez de debatir con datos objetivos y probados una posición, me limitara a insultarlos”, le reprochaba su fraternal amigo Manuel Scorza.